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4 errores que no debés cometer en tu programa de ergonomía.

Lo importante es enemigo de lo urgente. Pero, ¿qué es lo importante y qué es lo urgente cuando se trata de aplicar un programa de ergonomía laboral?

Por supuesto, lo importante es disminuir el nivel de riesgo ergonómico que pudiera generar accidentes, lesiones o trastornos músculo esqueléticos en el capital humano y pérdidas económicas en tu empresa.

Sin embargo, puede que la urgencia por realizar cambios sea contraproducente y termines haciendo mucho sin ver grandes resultados. 

Por eso, según mi experiencia para que el programa de ergonomía laboral funcione, debes cuidarte de cometer los siguientes errores.

Los 4 errores que no debés cometer en tu programa de ergonomía laboral.

No establecer prioridades.

Si no organizas las tareas de manera efectiva, reconociendo propósitos y asociándolas a tus objetivos a corto, mediano y largo plazo, todos los esfuerzos caerán en saco roto. No se trata de “hacer por hacer”, sino de priorizar.

Usá una herramienta efectiva.

Para lograrlo, usar la matriz de priorización de Eisenhower será de gran ayuda. Así, podrás sacar el máximo provecho de los recursos disponibles en tu gestión de ergonomía laboral.

Una vez hayas establecido tus prioridades, estarás listo para un proceso de implementación con mayores probabilidades de éxito.

Ejemplo: Matriz de Eisenhower

Te dejo aquí más información sobre la Matriz de Einsenhower del blog de Trello, que es una de mis herramientas de gestión favoritas.

No definir un criterio antes de implementar.

Una vez que estableciste tu plan de contramedidas ergonómicas, debés hacer foco en aquellas que generarán mayor impacto antes de pensar en implementarlas. Suena un poco obvio pero es muy común ir a la fase de implementación sin tener definido un criterio.

En este caso, mi recomendación es que consideres dos factores principales: el impacto que cada contramedida tendrá para optimizar las condiciones de trabajo y el nivel de dificultad que conlleva realizarla.

Elegí un criterio de forma simple.

Para esta tarea, podés usar una matriz de estratificación de mejoras, la cual sugiere emplear la clasificación de A a D. Siendo A las contramedidas más fáciles de implementar y con mayor impacto y D, aquellas en las que tiene menos sentido invertir.

Si tenés muchas contramedidas por implementar y no sabés como priorizarlas, aquí te explico como clasificarlas de forma fácil usando esta matriz:

Ejemplo: Matriz de estratificación de mejoras
  • Las contramedidas de nivel A son fáciles de implementar y generan gran impacto en la disminución del nivel de riesgo de la operación o del puesto de trabajo, por lo tanto es recomendable que se aborden con mayor prioridad.
  • Las de nivel B resultan ser más costosas e involucran el desarrollo de proyectos. Sin embargo, como apuntan a obtener un impacto directo sobre el nivel de riesgo del puesto de trabajo, no deben descartarse de inmediato sin antes apoyarse de un análisis beneficio/costo.
  • Las de nivel C se consideran “útiles”, pero no generan impacto en el nivel de riesgo del puesto. Muchas veces te enfocarás en estas porque son de rápida implementación y permiten facilitar el trabajo a la persona que opera el puesto hasta cierto punto. Pero recordá que no deben ser el foco de tu gestión.
  • Por último, las de nivel D en muy pocas ocasiones vale la pena invertir recursos en ellas.

No medir los resultados.

Es muy común observar programas de ergonomía que generaron cambios positivos en el sistema de trabajo, pero que desafortunadamente no logran demostrar el impacto de mejora de una forma común y entendible para todos los involucrados.

Para reconocer el efecto que cada medida tiene para la prevención de riesgos ergonómicos debés contar con evidencia cuantitativa. Si no lo hacés, no te vas a poder asegurar de que se subsanó la causa raíz ni conocer el nivel de riesgo ergonómico alcanzado después de aplicar una mejora.

¿Cómo podés medir el impacto de tu gestión de ergonomía?

La respuesta está en enfocarte en el seguimiento de la reducción de la exposición de los factores de riesgo de trastornos músculo esqueléticos (TME) tanto en los puestos de trabajo, como en toda la empresa.

Para esto, debés definir métricas líderes orientadas a los resultados, o por su siglas en inglés conocidas como KPI’s (Key Performance Indicator).

Ejemplos de KPI’s.

Para nuestro caso te sugiero utilizar las dos (2) siguientes métricas:

  • % reducción del nivel de riesgo del puesto de trabajo
  • % total puestos / puestos de nivel de riesgo bajo

Para ambas, con frecuencia de seguimiento mensual.

Además de seguir estas métricas, si hacés participar a tus empleados de forma activa, te resultará más sencillo comprobar si la transformación ha sido real y esto te permitirá expandir a otras áreas el programa de ergonomía laboral.

No asignar roles claros.

Si nadie sabe cuál es su papel en el programa de ergonomía laboral, nadie hará nada para implementar las mejoras que todos necesitan y nadie se verá beneficiado por el cambio.

Por eso, es importante que cada miembro del equipo pueda reconocer su rol y conocer las acciones que se esperan de su parte.

Roles que no deben faltar

Para la prevención de riesgos ergonómicos, los roles que no deben faltar son:

  • Sponsor (quien financia el programa de mejora)
  • Controler (quien monitorea el uso eficiente de los recursos)
  • Líder de ergonomía (quien impulsa, monitorea y reporta los avances del programa)

Sin olvidar a los miembros del equipo: expertos en ergonomía, ingenieros, técnicos y operadores, quienes deben conocer de forma clara y concisa cuales son sus responsabilidades dentro del programa de ergonomía.

Siguiendo estos consejos lograrás que tu plan funcione efectivamente y obtendrás las mejoras que necesitás para prevenir trastornos músculo esqueléticos, reducir costos, aumentar la productividad y mejorar la calidad de tus productos.

¿Querés conocer más sobre los beneficios de un programa de ergonomía?

Unite a la comunidad de empresas y profesionales que están mejorando sus procesos con ergonomía.

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